Sí, todos somos muy listos, todos somos muy pro y todos somos muy chachis, pero siendo realistas ¿Va a cambiar algún día la hegemonía de Windows en los ordenadores de andar por casa en favor de Linux? Pues no creo, y no porque sea un hater chungo o alguna cosa así, si no porque hay unas cuantas razones que a día de hoy son insalvables que hacen pensar que ganará Linux a Windows cuando las ranas críen pelo.
Las razones de siempre
Las razones de siempre son las que todo el mundo amante de Windows repite como mantras, que si bien algunas son ciertas e indiscutibles, muchas se han convertido en topicazos.
Linux no es compatible con la gran mayoría de juegos, a pesar de Steam, así como con los programas más famosos, tipo Photoshop o cualquier otro del estilo, y las alternativas a veces están muy bien, como LibreOffice (yo lo uso en Windows), pero otras no terminan de convencer, como Gimp (es un truño y lo sabéis). Le faltan drivers para según que hardware, y si los hay a veces son muy complicados de instalar, teniendo que hacer recompilaciones y cosas por consola, que un usuario de a pie es casi imposible que se plantee. Y a pesar de los avances que ha habido con asistentes y cosas por el estilo, a veces instalar un simple programa se puede complicar bastante.
La gente está muy acostumbrada a que en Windows pinchas dos veces y en la mayoría de los casos todo es bueno y felicidad, y eso es algo que no está cercano de pasar en Linux, ni siquiera en las versiones que más miman al usuario novato, como Ubuntu. También es verdad que los fabricantes y desarrolladores van a dedicar más tiempo al sistema operativo que copa el 90% de los ordenadores porque les va a ser más fácil rentabilizarlo.
Mis razones para decir que no ganará Linux a Windows
Ya que más o menos he sacado las normales de toda la vida, voy a sacar unas cuantas que son más de mi cosecha después de muchos años zancochando con sistemas operativos varios.
Incompatiblidades WTF
Igual no suena bien, pero es la mejor forma de describirlo. Tú vas de guay y te montas un ordenador de puta madre y dices «Voy a hacerme un RAID de campeón con varios discos duros». Si después instalas Windows, todo va perfecto, ni un problema, te lo detecta a la primera y no hay que hacer nada. ¿Pero qué pasa si pones un Linux? pues que no se entera. ¡Oh! ¡No encuentro ningún disco duro! o en el mejor de los casos de repente los 2TB que tenías se han convertido en 801GB. Luego resulta que es que si quieres que funcione el RAID o lo tienes que hacer por software (con el tedio de tener que hacer las particiones a mano, acertar y con suerte no repetir muchas veces) o usar una controladora específica que soporte Linux. Yo creo que el RAID desde la placa base ya se lleva haciendo demasiados años como para que no lo pille cualquier Linux con los ojos cerrados.
Y parecido me ha pasado varias veces con discos duros USB. Con memorias no suele haber problema, ni en FAT32 ni en NTFS, pero en que lo que enchufas es un disco duro de repente se vuelve tonto y hay que hacer un montón de pijadas por consola. Estos fallos en cosas tan relativamente tontas dan la sensación de que el sistema operativo no está bien terminado o no tiene vocación universal.
Linux es uno y trino
«¿Hay una ingle o hay muchas ingles?» Preguntaba el profesor en Amanece que no es poco. Pues parecido pasa con Linux. Para los no iniciados parece que sólo es uno, pero ojo, cuidado, que en realidad hay decenas de distribuciones pertenecientes a varias familias, y cada una tiene sus propias cositas. ¿Que funcionan parecido? Pues sí, pero no tanto. Hay diferentes instaladores, diferentes formas de instalación, e incluso diferentes comandos de consola, y si ya la palabra consola puede asustar a gran parte de los usuarios normales, como para que aprendan varias órdenes.
Esto también produce algo que hace que no ganará Linux a Windows ni a corto ni medio plazo, los esfuerzos están muy divididos. Con Ubuntu se intentó crear una especie de gran compañía unificadora que arrastrase un equipo más grande, pero tampoco parece que llegue mucho más lejos.
En Windows sólo hay dos versiones, la de servidor y la de cliente, y además cada día se parecen más por lo que no hay que hacer varias programaciones ni complilaciones. Si bien en servidores sí que hay prácticamente tres versiones de Linux que lo copan casi todo y de hecho son lo más usado muy por encima de Windows, para cliente quizá hay demasiadas distribuciones. Quizá debería plantearse la comunidad si hacer una buena distribución basada en Debian y otra en RedHat y dejar de hacer forks como locos, que sí que estarán muy bien, pero por ese camino no ganará Linux a Windows.
Windows es para tontos
Entre los usuarios entusiastas de Linux, hay que reconocerlo, hay cierto elitismo. Mola mucho hacer cosicas con la consola, instalar desde repositorios, trapichear con permisos, y todo eso es muy bonito, pero si no eres un desarrollador o un frikazo todo eso son barreras que hacen que el sistema operativo no sea popular. En cambio Windows es la opción del pueblo llano, el reguetón de los sistemas operativos, la Belén Esteban de los ordenadores deluxe, incluso hay gente que si le dices que desarrollas en Windows 10 te mira mal (y cuidado que desde que tiene el bash de Linux es la leche). Y todo esto es porque Windows y Linux están hechos al revés. Windows era una patata sencilla que se puede ir complicando a gusto del usuario, como con el anteriormente nombrado bash. En cambio con Linux pasa al revés, es un sistema operativo difícil de usar por naturaleza que se intenta hacer sencillo, pero no se termina de apañar del todo. Así nunca ganará Linux a Windows.
Para ganar en el terreno del PC cliente, ya sea en casa o en el trabajo, el camino de Linux debería haber sido el mismo que ha seguido en móviles con Android (que no deja de ser Linux), tener una versión muy sencilla de usar, muy compatible con todo y que centre todos los esfuerzos de desarrollo, y dejar de pensar en los frikis informáticos y más en aquel señor que dijo «Existe una alternativa a Google y se llama Linux».