A la hora de crear tu web, además del diseño y la programación uno de los puntos clave a tener en cuenta es el alojamiento. El tipo de alojamiento debe de elegirse por varios factores tales como son el nivel de conocimiento que se tiene en el manejo de un servidor, la seguridad que se quiere que tenga el sitio, el tráfico que va a soportar, las tecnologías que va a necesitar la página para su correcto funcionamiento y el precio que queremos pagar.

El precio suele variar por tres factores: características del alojamiento, soporte técnico asociado y localización. Los alojamientos con buen soporte y en España suelen tener menor espacio de alojamiento y ancho de banda o un precio más elevado, mientras que los que tienen mejores características por menor precio suelen estar en lugares más alejados, como Estados Unidos y el soporte suele ser algo peor. Es importante tener en cuenta el ancho de banda, ya que si la página recibe mucho tráfico y supera el límite mensual dejará de dar servicio directamente si no se paga un incremento, y la lejanía del servidor se traduce en una mayor latencia, ralentizando la carga de la página. Una solución intermedia puede ser buscar un servidor europeo que proporcione unas características mayores que un servidor español a un mejor precio con una latencia decente.

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Los tipos de alojamiento más frecuentes actualmente son éstos:

– Servidor propio.

Es una solución a la que suelen recurrir grandes empresas que ya disponen de un servidor para uso interno. Básicamente consiste en tener un ordenador conectado a internet al que se han redirigido los puertos necesarios para servir la web. Ésto exige montar un sistema adicional de protección contra posibles ataques y tener una buena conexión, a ser posible de fibra óptica y simétrica.

A modo de experimento se puede montar en casa, pero es mejor no usarlo para alojar una web de uso contínuo ya que exige tener un ordenador encendido las 24 horas del día y puede traer muchos problemas de seguridad.

– Hosting.

Es la forma más extendida de alojamiento, los hay desde gratuítos, normalmente con publicidad y no muy buena calidad de servicio, hasta de pago de distintos precios según características.

Básicamente se trata de un espacio web al que se pueden subir los datos por FTP y permiten el uso de tecnologías previamente instaladas por la empresa proveedora, como PHP o MySQL. Tienen un espacio limitado a la tarifa que elijamos y un ancho de banda mensual que hay que tener en cuenta para no sobrepasar. Algunos sitios también tienen un máximo de uso de procesador, por lo que podría dejar de funcionar el PHP si llegado un momento se rebasa este límite.

Este tipo de alojamiento es el ideal para gente que no va a querer tocar nada del funcionamiento del servidor y que las características que tiene son suficientes para correr su web, a parte de ofrecer cierta garantía de seguridad.

– VPS.

Los servidores virtuales o VPS están actualmente en bastante crecimiento. Están dirigidos a gente que quiere tener el control casi total de su alojamiento sin tener que pagar el alto precio de un servidor dedicado. Se basa en una máquina virtual dentro de un servidor mayor, como la que se puede montar con VmWare o VirtualBox en casa, y en él eliges el sistema operativo y todo lo que hay instalado en él, lo que da mucho juego a los usuarios avanzados. Permite tener varios sitios web en el mismo alojamiento y suele tener una IP dedicada, pero al tener tan alto nivel de libertad también hay que tener en cuenta que gran parte de la seguridad corre por cuenta del administrador.

El precio variará sobre todo en la ram asignada, el número de núcleos y la capacidad.

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– Servidor dedicado.

Es literalmente un ordenador alquilado, con su procesador, su memoria ram y sus discos duros. Es la opción más cara y la más personalizable. Normalmente no es una opción buscada por un usuario final, si no más bien por empresas que quieren tener un servidor pero no preocuparse de su mantenimiento físico, sólo de lo que es el software. En él se puede hacer prácticamente todo lo que se quiera, incluso instalar servidores virtuales, pero implica tener conocimientos muy avanzados para sacarle el máximo provecho.

También está la opción de los servidores dedicados outlet, que son servidores con componentes más viejos pero que están a un precio más asequible.